Mi hija mayor Malena está de viaje por el norte y hoy visitó Humahuaca. Como casi todos los viajeros del mundo, saca fotos con el teléfono y retrata de una manera casi impecable cada paisaje, cada momento y cada recuerdo que automáticamente se guarda en la memoria de su celular tanto como en la de su mente y seguramente también en la de su corazón.
Hoy mandó esta foto y por una razón en especial.

Ella es una niña que no conocemos, que seguramente va a la escuela y luego acompaña a sus papás a vender artesanías o productos regionales en las calles de un pueblo distinto, un lugar mágico y lejano a la vez, un extremo de este país que a veces duele y a veces enamora.
La imagen me resultó reveladora. Male sabe sacar fotos, y no porque haya estudiado fotografía, su sensibilidad es un don y eso no se aprende. Esta niñita, sentada en un banquito con su piluso rojo y sus ojitos atentos, está leyendo. Sí, está leyendo. Y el libro que tiene en sus manos es el mismo que alguna vez a mí también me eclipsó. La ” Gran enciclopedia de los pequeños”, era una obra de varios tomos que llegó a nuestras manos cuando ni siquiera sabíamos leer. Mi hermana y yo recibíamos estos regalos bastante a menudo porque formaban parte de la mercadería del negocio familiar, pero aún así cada vez que llegaba a mis manos un libro como este, se abría para mí un portal que me transportaba directamente a otra dimensión. El amor por las palabras me sigue acompañando y esa magia sigue viva para mí a pesar del paso del tiempo.
Mis hijas conocen ese libro, les resulta familiar esa portada con un dibujo de una de las carabelas de Colón. Desde que nacieron está en la biblioteca familiar, porque mi mamá lo conservó, luego yo y seguramente ellas también.
No sé cómo te llamás, ni cómo llegó a tus manos. Me conmueve verte sentadita, tranquila y callada. Me emociona ver a un chico leer, un niño de Humahuaca, tan distante y tan cercano a la vez.
Vos y yo tenemos algo en común, sabes ? Sí, vos con tu serenidad de pueblo y tu sombrerito rojo, yo con mis años a cuestas y mi urbanidad tan porteña.
Celebro este momento y te pido que conserves el libro, quizá algún día, cuando ya seas grande encuentres a un niño leyéndolo, te aseguro que un vendaval de recuerdos van a invadirte como a mí. Recuerdos hermosos de una infancia especial, una infancia con libros.
Gracias Male por la foto y gracias a vos humahuaqueña, no se tu nombre pero debo agradecerte porque hoy hiciste de mi mundo un lugarcito un poco mejor.