Cinco alumnos de la Escuela Rural Loma Larga del Valle de Tilcara conocieron el mar este jueves. Cómo se gestó el viaje y qué actividades realizan como turistas en la ciudad.
-¿Profe cree que nosotros podremos conocer el mar algún día?- preguntaron un domingo por la tarde los alumnos de la Escuela Rural 196 Loma Larga, ubicada en el Valle de Tilcara
-Por supuesto que pueden, hay que soñarlo- fue la respuesta inmediata de Fabián Trellez, profesor de Educación Física del establecimiento que en ese momento estaba a cargo de los únicos siete alumnos que asisten al colegio que tiene un régimen de 20 días de cursada en modalidad internado por diez días libres.


La pregunta quedó resonando en el docente y al día siguiente habló con sus compañeras de trabajo y los directivos y se puso en campaña para coordinar el viaje y cumplir el sueño de los siete estudiantes que cursan la primaria en el establecimiento, Se contactó con Cecilia Cocina y Cristian Martinez, padrinos de la institución y comenzaron tras obtener la autorización de los padres de cinco de los alumnos con una campaña para recaudar los fondos necesarios para el ansiado viaje.


Este miércoles finalmente, después de interminables 28 horas de viaje -Fueron en combi de Tilcara a San Salvador, de allí abordaron el tren a Buenos Aires que se demoró y ya en Buenos Aires tomaron un micro hacia Mar del Plata- llegaron al Campus Santo Tomás que les brindó los dormís de forma gratuita, hasta este sábado por la noche cuando emprendan el regreso a Loma Larga.


Jueves 9 de la mañana. De los dormis salen a desayunar vestidos para ir a la playa con baldecito y palita que no soltarán durante toda la entrevista. Solo piensan en ir a la arena. Sentados uno al lado del otro, responden tímidamente. “En la escuela nos levantamos, nos bañamos, tenemos clase, comemos, después tenemos gimnasia y después dormimos, y al día siguiente lo mismo”, resumen a 0223 en un alto de la improvisada sesión de fotos. Fabián agrega que los días sábados tienen maratones de lectura en un paisaje único con cascadas entre los cerros y los domingos, si no hay buen clima, hay día de películas.


“Los chicos viven en la escuela, no es una escuela tradicional” explica Cecilia al tiempo que agrega que una vez que finalice la primaria para continuar sus estudios deberán bajar a Maimará, la ciudad más cercana con oferta de instrucción secundaria. Algunos ya tienen pensado qué hacer: Nuria, por ejemplo quiere ir al Ejército y Luján prefiere seguir la tradición familiar y ser Policía. Daiana, Lionel y Héctor no responden.


Todo cambia al ver el mar: las caras se transforman, los ojos se les agrandan de sorpresa y se achinan de felicidad: “Es re lindo”; «Es hermoso» “Es más lindo de lo que esperábamos”, “Tenemos que tener cuidado de no ir muy adentro”, dicen.


Lo que sigue es el clásico de todos: ir corriendo al agua, saltar olas, jugar con la arena, armar castillos, juntar caracoles. ”Vamos a tirar a Fabián al agua”, gritan. Lionel está absorto con las oviápsulas. «Son huevos de pescado, pero son de plástico, raros, se rompen», dicen.


Por la tarde piensan ir al Aquarium para ver «tortugas, delfines, tiburones y lobos». Daiana va por más y dice que quiere ver una ballena. «Vamos a ver», comenta Cecilia y pasear por el puerto, visitar el centro comercial, la Lobería y la escollera norte.


«Estamos muy agradecidos, los chicos cumplieron su sueño y es muy lindo si no fuera por los corazones solidarios de la gente que hizo posible este sueño. La felicidad de los chicos es inmensa», dice Trellez.


El programa de Padrinos rurales funciona desde 2016 y apadrina a todas las escuelas rurales del Valle de Tilcara: El Durazno, Molulo, San Lucas, Yala, Yaquispampa, Monte Carmelo Alonso, San Bernardo y Abramayo.